lunes, 8 de diciembre de 2014

Encontrar el dial que nos sintoniza

Interpretar el código natal astrológico, una clara manera de conocernos a nosotros mismos, en el viaje de nuestra vida.
     Nuestra vida se compone de multitud de vivencias hasta el momento presente.
    El código Astrológico es conocimiento de nuestro ser universal, como viajeros en el tiempo y espacio.
    Comprender la vivencia de cada día, es un fragmento muy limitado de nuestra identidad, pues somos un caudal energético en expansión no limitada sino ilimitada.
     En el momento del nacimiento hacemos una pequeña parada en nuestro viaje, conviviendo con otros seres  de enorme belleza aun manifestando lo contrario.
    Armonizamos nuestra personalidad egocéntrica en el presente; solo así podemos seguir nuestro viaje con plenitud de conciencia hacia la  libertad evolutiva, no fraccionada  nuestra individualidad, que forma parte de la unidad del universo donde todos somos uno en esencia.
    En el código natal, podemos reconocernos y encontrar el dial que nos sintoniza en el potencial de nuestra vida.
    Cada planeta, constelación y estrellas, forman parte de nuestra dinámica energética, en nuestra longitud y código terrestre, siendo los doce sectores o casas donde se posicionan los signos zodiacales y planetas.
   En nuestro código natal tenemos nuestro Sol central, la Luna, y los demás planetas: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno, Plutón. Con las constelaciones: Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra, Escorpio, Sagitario, Capricornio, Acuario, Piscis  y los puntos nodales que marcan  rumbo de pasado al futuro.
   De toda esta ubicación planetaria con sus aspectos, y ángulos en los que se encuentran los sectores terrestres y planetas, tanto rápidos como lentos, y aspectos entre ellos; bien sean tensos o armónicos, y según los hemisferios, occidental y oriental, podremos apreciar las necesidades y tendencias individuales en el viaje evolutivo espiritual.
    Nuestra manifestación karmica es nuestra vivencia en equilibrio, en relación con uno mismo, y sintonía con los demás seres vivos.
     El conocimiento con la experiencia forma parte de nuestra esencia espiritual.
     Somos seres vivos, y formamos parte de la eternidad evolutiva en el tiempo y el espacio universal.
  





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