No conociendo el camino, estando en los lugares más extraños, pero no en el lugar por supuesto, sino lo que vemos de él.
Paisajes remotos adormecidos por el tiempo pero avivados por nuestra imaginación, desde donde puedes verlo todo y nada al mismo tiempo, donde volvemos sin saber muy bien porque.
Sentado en el asiento del tren viendo pasar las imágenes por la ventanilla y con el traqueteo del movimiento, adormezco sin querer, con el placer de que todo parece reconfortado, y en ello está la esperanza seguramente.
Esperanza hermosa mujer debería ser, con el esperanzado hombre que sigue buscando caminos en el propio corazón, aun a pesar del poeta al decir que no había camino sin que andase este tren.
Pronto pareció detenerse y subir gente, algunos entraban hablando como conociendo el lugar al que se introducían, caminaban hacia los asientos que estaban a su disposición, solo debían disponerlos, otros pasaban con pasos decididos dirigiéndose al fondo del vagón como si esperasen de su llegada.
En un instante se puso en marcha aquella maquina que fue cogiendo velocidad; entre la gente me sorprendió un niño que me miraba fijamente, como si conociese mis pensamientos más sinceros, y los no tanto, yo devolviéndole la mirada, el pareció sorprendido apartando la suya, quedando en el vacío nuestra comunicación no verbal.
Mis pensamientos se alejaron por la ventanilla de luz suave de la mañana, con el paisaje que se abría ante los pasajeros en aquel tren de destino a la propia vida. Llegaban recuerdos olvidados en el tiempo pero que me ofrecían el placer de volver a encontrarlos, pues heran parte de mi en aquel instante con el traqueteo en movimiento del tren.
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